Superman de la fe: el pastor que ha rescatado a más de 4.300 disidentes norcoreanos
- Lic. Andrea Calderini
- 11 may
- 2 Min. de lectura
Amenazado de muerte, encarcelado y perseguido, el pastor surcoreano Kim ha arriesgado su vida durante más de dos décadas para salvar a miles de personas que huyen de la represión del régimen norcoreano. Su apodo, “Superman”, no hace justicia a la humildad de este hombre que, guiado por su fe, ha liderado una de las redes de rescate más impactantes de Asia.

El pastor protestante surcoreano Kim, de 63 años, es conocido como “Superman” por haber rescatado a más de 4.300 disidentes norcoreanos desde finales de los años noventa. Aunque reniega del apodo, su labor casi sobrehumana lo ha convertido en una figura clave en las redes clandestinas de ayuda a quienes escapan del régimen totalitario. En su visita a Madrid, compartió su historia junto a su amigo E Jisung, autor de un libro que recoge sus experiencias.
Kim relató en la Universidad Complutense la odisea de los refugiados norcoreanos: un viaje de 10.000 kilómetros que comienza al cruzar la peligrosa frontera con China y continúa por varios países del Sudeste Asiático hasta llegar a Corea del Sur. La represión y vigilancia aumentaron tras la pandemia, lo que redujo drásticamente el número de fugas y encareció los rescates, que hoy pueden costar más de 13.000 dólares por persona.
Una vez en Corea del Sur, los refugiados deben pasar tres meses bajo observación para descartar que sean espías antes de recibir ayuda del Estado. Sin embargo, la adaptación es difícil: muchos llegan con traumas severos y enfrentan una cultura totalmente distinta. Según Kim, la tasa de suicidio entre los norcoreanos refugiados es el doble que la de los surcoreanos, lo que refleja la profundidad del daño que arrastran.
E Jisung, quien ha participado en misiones junto a Kim, narra en su libro Ten Thousand Kilometers historias como la de Kim Dan, un joven que escapó del hambre, la explotación y la cárcel en China. Gracias a la ayuda del pastor, logró llegar a Corea del Sur y sueña con ser abogado de derechos humanos. Historias como la suya muestran el impacto de la labor de Kim, que se enfrenta a enormes riesgos con cada rescate.
Antes de ser pastor, Kim fue empresario en China, pero tras perderlo todo, se aferró a su fe y a la misión de salvar vidas. Aunque su apodo en coreano significa “hombre triste”, los activistas lo bautizaron como “Superman”. Su mayor dolor ha sido estar separado de su familia por seguridad durante casi dos décadas, pero hoy sus hijos, según él, entienden y lo admiran. Kim continúa evitando cámaras y apariciones públicas, pero su legado es innegable.
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