Elecciones Legislativas en Venezuela: Desánimo y poca concurrencia
- Semanario Veritas
- 25 may
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Con baja participación ciudadana y en medio de denuncias de represión y fraude, Venezuela celebró elecciones legislativas y de gobernadores. Mientras el oficialismo consolida su poder tras la controvertida reelección de Nicolás Maduro, la oposición denuncia irregularidades y llama al boicot, reflejando una profunda crisis de confianza en el sistema electoral del país.

Venezuela llevó a cabo el domingo elecciones legislativas y de gobernadores con baja participación en los centros de votación. Este proceso electoral se dio en un contexto marcado por la polémica reelección presidencial de Nicolás Maduro, los llamados de la oposición a abstenerse y una nueva arremetida del gobierno que resultó en la detención de al menos 70 personas antes de la jornada electoral.
“Logramos hacer las elecciones sin un incidente y logramos derrotar la violencia que los terroristas tenían preparado para el país”, dijo Maduro tras emitir su voto en una escuela ubicada dentro del Fuerte Tiuna, principal complejo militar del país.
Durante una transmisión por la televisión estatal, el mandatario subrayó que “todo el que quiso inscribirse se inscribió” y manifestó su disposición a colaborar con los candidatos electos.
“A todo el que sea electo, sea de la tolda (partido) que sea… desde ya mi respeto y mi reconocimiento”, añadió.
Se estimaba que más de 21 millones de venezolanos estaban habilitados para votar y elegir a 285 diputados de la Asamblea Nacional y a 24 gobernadores, incluyendo uno para la nueva entidad federal correspondiente al territorio en disputa con Guyana, conocido como El Esequibo. Venezuela argumenta que ese territorio le fue arrebatado injustamente en 1899, cuando Guyana era colonia británica.
Sin embargo, el desarrollo de la jornada electoral evidenció una notoria falta de afluencia de votantes, según observó The Associated Press en diversas zonas de Caracas, lo que contrastó con la participación en las elecciones presidenciales del 28 de julio.
Aunque la presidencia de Maduro no estaba en juego, estas elecciones fueron consideradas por muchos como una prueba para el sistema electoral venezolano, especialmente luego de que no se publicaran actas que certificaran su reelección y se recibieran críticas por irregularidades y abusos.
A esto se sumó la detención de decenas de personas, entre ellas el exdiputado opositor Juan Pablo Guanipa, por presunta participación en un plan para sabotear las elecciones. Este proceso electoral ocurre tras las controversias que empañaron las elecciones presidenciales del año anterior.
Muchos ven estas elecciones como una forma de medir el ánimo del electorado, particularmente entre quienes buscan un cambio político en el país.
“No voy a votar, no creo en el CNE (la autoridad electoral), no creo que vayan a respetar el voto; nadie olvida lo que pasó en las presidenciales. Es triste, pero es así”, dijo Carlos León, un chofer de 41 años.
María Corina Machado, una de las principales figuras de la oposición, promovió el boicot electoral al sostener que “no procede participar en elecciones de ningún tipo” mientras no se reconozca el resultado de julio.
Esta postura, compartida por varios líderes opositores, otorga una ventaja significativa a los candidatos del oficialismo, que ya controla la mayoría de las gobernaciones y escaños legislativos.
Desde el oficialismo, se justificó la baja presencia de votantes argumentando que el sistema automatizado acelera el proceso y evita largas filas.
“No vamos a ver las grandes colas (filas) porque el proceso es muy rápido”, señaló Freddy Bernal, candidato a la reelección como gobernador de Táchira.
Algunos ciudadanos mostraron su respaldo al gobierno.
“Vine tempranito a votar como siempre lo he hecho. Sé que el país está mal, pero tengo confianza que el gobierno puede hacerlo mejor. Voto por la paz en Venezuela”, expresó Andrea Martínez, ama de casa de 34 años.
Pese a ello, hay sectores de la sociedad que consideran que participar es convalidar el uso represivo del aparato estatal, especialmente después de la represión posterior a las elecciones presidenciales, cuando más de 2.000 personas fueron arrestadas.
El ministro de Interior, Diosdado Cabello, declaró que las detenciones recientes se debieron a un supuesto plan dirigido por Guanipa para secuestrar funcionarios tanto del gobierno como de la oposición. Guanipa permanece en la clandestinidad desde las protestas postelectorales.
Estas elecciones fueron convocadas en enero tras los controvertidos comicios presidenciales de julio de 2024, cuando el Consejo Nacional Electoral anunció la victoria de Maduro. Sin embargo, la oposición, respaldada por evidencias, sostuvo que su candidato, Edmundo González, ganó por amplio margen. Varias naciones, entre ellas Estados Unidos y países europeos, desconocieron el resultado oficial.
González, actualmente exiliado en España, es considerado por algunos gobiernos como el presidente legítimamente electo de Venezuela.
El proceso electoral también ocurre mientras el país atraviesa una nueva crisis económica y un continuo éxodo de ciudadanos: más de 7,7 millones de venezolanos han emigrado desde 2014, según ACNUR.
En estas elecciones, participan grupos opositores considerados cercanos al oficialismo o disidentes que recibieron el control de los principales partidos por decisión del Tribunal Supremo de Justicia.
Entre los opositores con mayor posibilidad de ser electos figuran los asociados a Manuel Rosales, quien se postuló ignorando el llamado al boicot. Rosales busca continuar como gobernador del Zulia, una región históricamente opositora.
También aspiran a la reelección otros tres gobernadores opositores: Sergio Garrido (Barinas), Alberto Galíndez (Cojedes) y Morel Rodríguez (Nueva Esparta), quienes fueron electos en el ciclo anterior.
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