Del altar al despacho: Cómo la devoción bíblica fortalece la autoridad política

Por Pablo Cristaldo

El ejercicio del poder político exige mucho más que capacidad técnica, carisma o habilidad en la negociación. Implica decisiones que afectan la vida de miles o millones de personas y, en consecuencia, una enorme responsabilidad moral. En este contexto, una vida devocional sólida puede convertirse en un pilar indispensable para quienes desean gobernar con justicia, sabiduría y humildad.

Foto: Creada por IA.

Un ancla en medio de la turbulencia. La política suele estar marcada por tensiones, intereses cruzados y tentaciones constantes. La devoción personal —ya sea expresada en la oración, la lectura bíblica y la aplicación de los demás medios de gracia— actúa como un ancla que mantiene al líder conectado con principios más altos que el cálculo electoral o el beneficio inmediato.

“Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.” (Proverbios 3:5)

Esa práctica regular ayuda a mantener la calma, a discernir con mayor claridad y a evitar que las pasiones momentáneas dicten el rumbo de la acción pública.

Fundamento de la integridad. En tiempos de desconfianza hacia las instituciones, la integridad se convierte en el recurso más escaso y más valioso de un político. Una vida devocional fomenta la autocrítica, el examen de conciencia y el reconocimiento de las propias limitaciones.

“El que anda en integridad anda confiado; mas el que pervierte sus caminos será quebrantado.” (Proverbios 10:9)

Estos hábitos fortalecen la coherencia entre el discurso y la acción, haciendo del líder una figura más confiable y respetada, tanto por aliados como por opositores.

Servicio antes que poder. La devoción también recuerda que la autoridad es, en última instancia, un servicio. Quien cultiva la espiritualidad entiende que la verdadera grandeza no está en imponerse sobre los demás, sino en trabajar por el bien común.

“El mayor entre vosotros será vuestro servidor.” (Mateo 23:11)

Esa convicción transforma la política de una lucha por el control a una vocación de entrega.

Prevención contra la corrupción. El contacto permanente con valores trascendentes actúa como freno frente a la tentación de la corrupción, el abuso de poder o la manipulación.

“No te deshagas de la justicia, ni de la rectitud; porque ellas te sostendrán en el camino.” (Proverbios 4:11-12)

En un mundo donde los incentivos para desviar recursos o favorecer intereses particulares son constantes, la devoción se convierte en un recordatorio cotidiano de que toda decisión tiene consecuencias morales y que el poder no es absoluto, sino una responsabilidad delegada por Dios.

Una esperanza para la ciudadanía. Cuando los ciudadanos perciben en sus líderes no solo competencia, sino también una vida espiritual coherente, se abre un horizonte de confianza. La devoción no convierte a nadie en perfecto, pero sí en alguien consciente de su deber y dispuesto a rendir cuentas, no solo ante los votantes, sino también ante valores que trascienden cualquier elección o mandato.

“El que gobierna con justicia, justifica a su pueblo; mas el que hace acepción de personas, lo arruina.” (Proverbios 29:4)

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