Por Diego Falcón
La Palabra de Dios es la fuente de toda autoridad espiritual, y revela la más grande interrogante de muchos cristianos que fielmente están dentro de una congregación sirviendo, o solo siendo espectadores. ¿Cuál es esa interrogante? Esa gran interrogante es ¿soy salvo?

Aunque la Biblia nos asegura de que el verdadero hijo de Dios es salvo, muchos cristianos tienen dudas sobre su salvación y viven con la incertidumbre atada al cuello.
En muchos casos, producto de esa duda es que hemos caído tan bajos con relación al pecado, hemos tocado fondo, o confiamos en nuestro estado de ánimo como confirmación de nuestra salvación. También hemos caído en el error de compararnos con otros creyentes que aparentemente son más consagrados que nosotros y llegamos a la conclusión de '' yo no soy salvo ''. O estamos en una congregación con enseñanzas falsas, donde enfocan que la salvación se puede perder.
Esa falta de seguridad puede ocurrir por varios motivos:
No estudiamos de manera seria las Escrituras.
A pesar de que esta escrito la seguridad de la salvación de un cristiano verdadero, no creemos en lo que dice la Palabra de Dios.
Erróneamente creemos que somos nosotros quienes debemos aferrarnos a nuestra salvación.
Punto serio, no somos salvos.
El Señor Jesús declaró algo realmente extraordinario en cuanto a la salvación: Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre (Juan 10:27-29).
Jesús prometió que no perderá ninguno de los que el Padre le ha dado y que nadie les puede arrebatar de la mano del Dios Soberano. Es por eso que el cristiano que tiene dudas, sea cual sea el motivo, debe volver a las Sagradas Escrituras y creerle al Señor, porque Él lo ha dicho, y Él no es hombre para mentir, sus Palabras son verdaderas, son inmutables, no se alteran por temporadas, su Palabra da seguridad al creyente, y nunca cambiará.
Concluimos con este maravilloso versículo: El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Romanos 8:16).
El Espíritu Santo brinda seguridad al cristiano de que es un hijo de Dios, aquí se deja clara la razón por la que el Espíritu Santo se puede llamar ''Espíritu de adopción'' y por la cual, por medio del Espíritu Santo, podemos aclamar ''Abba (arameo: Padre), Padre''.
LIBRO RECOMENDADO DE LA SEMANA
El Poder de la Oración en la vida del creyente | Charles H. Spurgeon

Spurgeon fue un creyente que practicó una oración apasionada, guiada por el Espíritu Santo. Las vívidas imágenes que describen el maravilloso trono de la gracia, ante cuyo privilegio Dios invita a los creyentes a apacentarse, bien valen, por sí solas, este libro. Pero aunque Spurgeon animara encarecidamente a orar, conocía de ahí que comentara los conflictos de oración que todo creyente experimenta.
Comentários