La verdadera prosperidad: El camino de la generosidad espiritual

A menudo, la sociedad fomenta la acumulación de bienes materiales como la ruta hacia el éxito, pero la auténtica riqueza espiritual se logra cuando utilizamos nuestros recursos para ayudar a aquellos que nos rodean.

Imagen ilustrativa de la generosidad. / Fuente: Wix.

“El alma generosa será engordada.” Proverbios 11:25

Para alcanzar la prosperidad de mi alma, no debería acumular riquezas, sino distribuirlas entre los necesitados. Aunque el mundo considera que el camino hacia la riqueza es ser avaro y tacaño, esta no es la enseñanza de Dios, quien nos dice: «Hay quienes dan generosamente y reciben aún más, mientras que aquellos que son demasiado escasos terminan en la pobreza». Según nuestra fe, la verdadera ganancia se obtiene a través del acto de dar. Si lo probamos, veremos que siempre recibiremos en abundancia todo lo que necesitamos a cambio de nuestra generosidad.

Es cierto que no me haré rico siguiendo este enfoque. Sin embargo, estaré bien provisto, pero no en exceso. Una gran abundancia de riquezas podría hacerme pesado, como sucede con la obesidad, y podría causarme problemas mundanos y hasta afectar mi salud cardiovascular. En realidad, puedo sentirme satisfecho si estoy bien nutrido, gozo de buena salud y si el Señor me concede lo necesario.

Sin embargo, existe una riqueza intelectual y espiritual que anhelo profundamente: la que surge de nuestros nobles pensamientos sobre Dios, su Iglesia y nuestros semejantes. Que nunca limite mi generosidad para que mi alma no se debilite por falta de nutrición espiritual. Que siempre sea generoso y dadivoso, porque así imitaré a mi Señor, quien se dio a sí mismo por mí. ¿Cómo podría yo negarle lo que me pide?

Extraído de Promesas de aliento y ánimo para cada día de C.H. Spurgeon

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