Menos trabajo, más control: El Gobierno quiere más feriados y facultades para decidirlos a dedo
- Semanario Veritas
- 6 jul
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En una nueva muestra del intervencionismo estatal disfrazado de patriotismo, el Poder Ejecutivo de Paraguay ha remitido al Congreso un proyecto de ley para crear un nuevo feriado nacional el 20 de junio, conmemorando la Jura de la Constitución de 1992. Pero el plan no termina ahí: también busca facultar al Ejecutivo a declarar hasta tres feriados adicionales por año, por motivos tan amplios como “logros deportivos” o fechas históricas.

Esta propuesta no es más que otra maniobra populista del Estado para intervenir en la economía y manipular la vida de las personas, en nombre de la “unidad nacional” o el “modelo democrático”. ¿Qué tiene de democrático imponer más días de paro productivo desde arriba, por decreto presidencial? El Gobierno parece olvidar que cada feriado forzoso no solo es una celebración simbólica, sino un golpe a la productividad, a la libertad de contratación, y a la planificación individual.
Además de consolidar una cultura de dependencia del Estado, la propuesta encubre una peligrosa discrecionalidad: permitir que el presidente establezca nuevos feriados “no permanentes” sin límites claros abre la puerta a decisiones arbitrarias, con fines populistas o clientelistas, como crear feriados por triunfos deportivos para ganar simpatía masiva, a costa del bolsillo de emprendedores, comerciantes y trabajadores independientes.
El argumento de que estos feriados “estimulan el turismo interno” es otra forma de justificar el intervencionismo. Si se desea impulsar el comercio o el turismo, la solución no es cerrar el país por decreto, sino liberar los mercados, reducir impuestos y eliminar trabas al emprendimiento. Forzar días no laborables puede beneficiar a unos pocos sectores, pero perjudica a muchos otros: fábricas, trabajadores por día, estudiantes, hospitales con turnos reprogramados, y cientos de pequeñas empresas que luchan por mantenerse en pie.
En vez de aumentar los feriados, el Estado debería reducir su tamaño y su injerencia. El trabajo, el ahorro y la responsabilidad individual deben ser celebrados con libertad, no con decretos que imponen descansos obligatorios mientras se mantienen sueldos públicos y privilegios estatales. Un país no progresa con más feriados ni con más símbolos, sino con menos trabas, más libertad y más respeto por el tiempo y esfuerzo de cada ciudadano.
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