Por Pablo Cristaldo
Aprovechando esta fecha especial, quise hablar de esto. Siempre me dio la sensación de que nunca se pudo abordar este tema con franqueza y madurez, tanto que hasta incluso se volvió una causa social sin necesidad. El emotivo mensaje "Believe in Love" que brilló en el SuperBowl junto a Coldplay, Beyoncé y Bruno Mars en el 2016, promovía una visión inclusiva y respetuosa hacia el amor en todas sus formas, particularmente en relación a la comunidad LGBTI+. Sin embargo, detrás de este apoyo a la diversidad, surgen interrogantes sobre el verdadero sentido del amor, la responsabilidad personal y el respeto a la identidad propia. Esta reflexión invita a un debate profundo sobre temas como el matrimonio homosexual, el aborto y la libertad de elección, resaltando que más allá de los eslóganes, hay realidades complejas que deben ser exploradas con honestidad y valentía.

Días atrás estaba viendo un recuerdo en video publicado en Facebook, sobre la presentación musical de Coldplay, Bruno Mars y Beyoncé en el SuperBowl años atrás, un concierto impresionante, lleno de ingredientes e interacción entre estos grandes artistas de la industria musical. Luces, humo, baile, color, y muchos otros elementos que hicieron de ese show algo
memorable y único.
En cierto momento de la presentación, el público levanta cartulinas y forman la frase “BELIEVE IN LOVE” (“Cree en el amor”) acompañado del característico símbolo multicolor utilizado por los colectivos LGBTI+, dando a entender que ese es el tipo de amor en el que se cree, el mensaje de tolerancia y respeto que, obviamente, debe haber entre todos, sin importar el tipo de orientación sexual que existen.
Desde ese punto de vista es válido hacer apología a la tolerancia y respeto que deben existir entre seres humanos, sin embargo, hay cuestiones que deben ser tratadas a fondo para entender el punto exacto del amor verdadero, ese amor redentor, restaurador, lleno de buenas intenciones que es útil para llegar a la felicidad plena, de acuerdo a nuestra verdadera identidad a los ojos de Dios y el sentido común.
Cierta vez tuve una conversación con un amigo gay (hoy ya no está entre nosotros), él me abrió su corazón y me dijo cosas que para mí eran bastante sorprendentes de oír. Me dibujó una realidad totalmente distinta a lo que habitualmente estamos acostumbrados a asimilar respecto al homosexualismo y activismo homosexual. Me dijo entre otras cosas: “Yo no estoy de acuerdo con el matrimonio homosexual, puesto que no lo considero un privilegio, sino más bien una responsabilidad. ¿Quién abroga por sus propias obligaciones, sólo por el hecho
de hacerse notar y carecer de autoestima? El homosexual no necesita más privilegios, necesita más coraje” hablándome cerca de la unión entre personas del mismo sexo.
Asimismo, me habló acerca del aborto: “Un inocente no puede pagar las consecuencias del pecado de los culpables. Un inocente incapaz de defenderse sufre el peor de los crímenes. Si quieren matar a alguien, es absurdo no matar al violador”.
Y con respecto al homosexualismo mismo dijo: “Yo elegí ser gay, nadie me obligó. Si dijese que yo nací así, entonces de cierta manera nunca hubiese sido mi elección, y como tal, me hago cargo de mis acciones. Me gusta y es la vida que elegí”.
Cuando le pregunté si lo consideraba correcto me respondió: “No es correcto, porque mi cuerpo es de hombre, mis pensamientos son de hombre, y sé que naturalmente encuentro mayor placer con una mujer, sin embargo, todos tenemos vicios, y tenemos el derecho de tenerlos. Nadie puede mandarme preso por gustarme la bebida, o el cigarrillo. En mi caso me gusta ser homosexual, tal vez sea un pecado, pero todos pecamos de cierta manera, aunque muchas veces pensé en las cosas que pude haber disfrutado si lo abandonaba, tal vez hubiese sido más feliz con esposa e hijos. Me siento mal por ello muchas veces, pero todos tenemos un pecado en el cual tratamos de ignorar la culpa para continuar haciéndolo”.
Yo me quedé helado.
Un hombre con una sinceridad arrolladora, que me enseño todo lo que debía saber acerca del tema. Forjó mis pensamientos y mis actitudes hacia los homosexuales. Si alguna vez dudó de haber dejado un legado, efectivamente en mí lo hizo.
“BELIEVE IN LOVE” es la apología puramente correcta pero mal enfatizada. Un grito de desesperación a un problema estratégicamente disfrazado, un reclamo a una sociedad que sólo se limita en discriminar y no en ayudar. Estas personas claman por libertad, al igual que un alcohólico, drogadicto o apostador. Es un vicio como cualquier otro, donde se da una iniciación y se desarrolla a través del tiempo. Es una satisfacción momentánea a un sufrimiento constante.
Simplemente es morir en vida para aquél que lo tiene y sabe que no es correcto. Una prisión que permite visitas esporádicas y banquetes repentinos, un engaño del maligno.
Permítame decirle que el homosexual, si no se encuentra en un ambiente de hostigamiento a creer que su elección sexual es normal cuando no lo es, tiende a pensar más correctamente acerca de su padecimiento. Cuando le hacen creer que su satisfacción sexual momentánea está por encima de su felicidad sempiterna, milita, se enoja y hace apología, buscando razones donde no las hay, y llenándose de sentimientos adversos hacia sí mismo y hacia los demás. Ya no crea ni haga creer que la homosexualidad es normal, y que puede garantizar la felicidad y el placer, porque Dios no lo hizo así, sépalo.
Si quiere creer en el amor, si quiere abanderarse con la frase “BELIEVE IN LOVE”, lleve una bandera con una cruz, una bandera con una corona de espinas, unos clavos, y sangre carmesí. La enorme diferencia es que con esta bandera que le propongo, sí encontrará verdadera libertad y felicidad.
Debemos abandonar el capricho de negar a Dios y excluirlo de nuestras vidas, permaneciendo en nuestra naturaleza caída, en nuestra “sabiduría”, que lo único que hace es llevarnos a la necedad. Ya hay demasiados “Coldplays, Brunos Mars, y Beyoncés” por ahí, que deben alinearse a unos pocos poderosos promotores de promiscuidad y desprecio por uno mismo para mantener el status.
En esta fecha especial, ame de verdad. Sea diferente y ya no discrimine, ya no trate mal, y ayude a los que deseen a salir de esa vida, a una vida mejor. Mi amigo esperó demasiado y se le hizo tarde. Esparza libertad en el Nombre de Jesús.
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