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Guerra Irán - Israel - EEUU: El juego geopolítico que excluye la libertad individual

  • Foto del escritor: Semanario Veritas
    Semanario Veritas
  • 29 jun
  • 3 Min. de lectura

La reciente Guerra de los Doce Días entre Irán, Israel y EE. UU. refleja el eterno ciclo de estatismo militarista, represión política y aspiraciones imperiales que impiden soluciones pacíficas voluntarias entre pueblos libres.

Guerra 12 días
De izquierda a derecha: El ayatolá iraní Ali Jamenei, el presidente estadounidense Donald Trump y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Foto: ABC Color.

[Asunción, junio de 2025] – La Guerra de los Doce Días, que enfrentó a Irán e Israel con la posterior intervención de EE.UU., se presenta como una encrucijada geopolítica que podría llevar a una paz regional o al abismo de una nueva carrera armamentista nuclear. Sin embargo, el conflicto no es más que otro síntoma del intervencionismo estatal, la concentración de poder en élites políticas y la imposición de agendas armadas sobre la voluntad de los pueblos.


El debate sobre si Irán aún puede desarrollar una bomba nuclear revela cómo los Estados, en nombre de la seguridad, acaparan decisiones vitales para sus ciudadanos sin consultarles. En lugar de permitir acuerdos privados, comercio libre y cooperación internacional espontánea, los gobiernos siguen optando por amenazas, sanciones y bombardeos. Mientras tanto, millones de personas comunes pagan el precio en forma de inflación, militarización y censura.

La participación de EE.UU. bajo la doctrina de "paz mediante la fuerza" recuerda que los imperios modernos no buscan libertad ni autodeterminación para otros países, sino expandir su control. La política exterior estadounidense, lejos de reflejar valores fundacionales de libertad individual, cae en contradicción al imponer su voluntad sobre otras naciones a través de la fuerza bruta y la manipulación diplomática.


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Netanyahu, por su parte, capitalizó la guerra para reforzar su coalición política y evadir críticas por la represión en Gaza. Esta lógica de utilizar el conflicto externo como válvula de presión interna es típica de los Estados que buscan legitimar su poder ante un pueblo cada vez más escéptico. Ni el pueblo israelí ni el iraní tienen voz directa en las decisiones que arrastran a la región a la guerra o a la paz.


El discurso sobre una "posible paz duradera" en Medio Oriente ignora que la paz genuina no puede ser fruto de tratados entre gobiernos autoritarios o militaristas. Solo será duradera si se basa en respeto a la propiedad privada, libertad religiosa, comercio voluntario y soberanía individual. La presión para que Arabia Saudita reconozca a Israel a cambio de un Estado palestino demuestra que los Estados actúan como si fuesen dueños de sus pueblos y de sus tierras, negociando sus destinos como piezas de ajedrez.


Más preocupante aún es la sombra de una nueva proliferación nuclear. Si Irán abandona el Tratado de No Proliferación, países como Arabia Saudita, Turquía, Corea del Sur y Japón podrían seguir sus pasos. El mundo no se encamina a una mayor seguridad, sino a una multiplicación de bombas en manos de burócratas. Los libertarios sostienen que ningún Estado debería tener armas nucleares, pues su mera existencia implica la amenaza de aniquilación masiva sobre personas inocentes.


Lo que se debe proponer en contraste es una solución radical: eliminar los privilegios estatales en defensa, comercio exterior y política monetaria. Dejar que los pueblos interactúen libremente sin intermediarios armados. Que los ciudadanos de Irán comercien con los de Israel, que los médicos palestinos colaboren con hospitales israelíes, que los técnicos de Fordo se reconviertan en emprendedores energéticos en un mercado abierto.


La lección de esta guerra no debería ser cómo conseguir una paz "negociada" entre Estados, sino cómo evitar que esos mismos Estados tengan el poder de arrastrarnos al conflicto. La guerra es el apogeo del estatismo. La paz solo será posible cuando el poder se descentralice y las personas —no los gobiernos— tomen el control de sus vidas.


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