La familia debe recuperar su función exclusiva de inculcar valores
- Semanario Veritas
- hace 5 días
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Por Pablo Cristaldo
Es realmente triste ver a la sociedad desfragmentada y carente de valores. La ideología de género, el aborto y el victimismo social son temas que la familia tradicional no se encarga de profundizar con sus hijos, y eso da lugar a que instituciones externas tomen partido, adoctrinando a la nueva generación.

Si tomáramos como analogía de la inflación económica, podríamos encontrar similitudes con los "derechos" inventados últimamente. Al igual que la impresión descontrolada de billetes hace que la moneda valga menos, la creación de pseudo "derechos" hace que los verdaderos derechos humanos también valgan menos. El derecho a la libertad de expresión no significa que podamos difamar o calumniar, ya que esto último banaliza lo primero, el derecho a la vida y la dignidad humana no hace que una mujer tenga derechos sobre la vida de su hijo por nacer..., y así podemos seguir en un hilo argumental lógico que hoy por hoy, ante la ausencia de la figura familiar tradicional y efectiva, las instituciones intentan ejercer sobre nuestros hijos.
Y continuando con la figura inflacionaria, está claro que ante el advenimiento de estos derechos fabricados por colectivos minoristas amorales y las pretensiones de estos colectivos de disfrutar a piaccere de dichos derechos, alguien debe respaldar la creación y ejercicio de estos "derechos" adheridos al sistema. Ningún billete debe estar circulando sin el respaldo de la fuerza productiva, y tampoco ningún derecho social quedará sin pedir respaldo a la sociedad, alguien debe "pagar" ese derecho, y es más que sabido que al igual que las sanguijuelas en la economía, los colectivos pro aborto, pro LGBTI+, y demás, no están dispuestos a pagarlo, y es por esa razón que buscan con esmero adoctrinar a las nuevas generaciones, para ejercer fuerza, y que nuestros valores más elementales como padres de familia queden relegados en pos de la depravación y el crimen.
La familia es la base de una sociedad sana y coherente con la supervivencia y la convivencia. No debemos permitir que estos temas sean tabúes en nuestras casas. Debemos recuperar cualquier alfil de autoridad moral y que nuestros hijos nos vean como sus legítimas autoridades morales en los cuales confiar, de modo a enfrentar este siglo, si es que queremos un mejor porvenir para ellos.
Y debe ser pronto, porque los agentes de la destrucción de la sociedad no tienen escrúpulos y no les importa la edad, por la frescura mental de nuestros hijos. La Familia Tradicional tiene atribuciones intransferibles, como ser la formación física, moral y espiritual de los hijos, y no debemos permitir jamás que el Estado tome partido en esas atribuciones. El Estado no tiene porqué darles de comer, enseñarles valores y principios y tampoco obligarlos a traicionar sus convicciones religiosas. Esas son atribuciones exclusivas de los padres.
Seamos valientes y asumamos con compromiso nuestra responsabilidad.
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