Las “brigadas eternas de guerra” de Maduro: El régimen perpetúa el conflicto para consolidar su control
- Semanario Veritas
- hace 2 días
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Venezuela anuncia la creación de brigadas internacionales de combate que deberán permanecer operativas “permanentemente” en el exterior, bajo la dirección del gobierno de Maduro. Se trata de una estrategia más del Estado para extender su influencia, movilizar recursos sociales hacia fines bélicos y erosionar las libertades individuales.

El gobierno de Nicolás Maduro ha hecho oficial el establecimiento de brigadas internacionales que actuarán bajo mando militar venezolano para “una guerra eterna” contra lo que el régimen denomina “enemigos externos e internos”. Estas unidades, según fuentes oficiales, estarían formadas por voluntarios de varios países latinoamericanos, dependientes del presupuesto estatal y coordinadas desde Caracas. Este anuncio no solo representa una escalada militar, sino también una profundización del monopolio estatal sobre la violencia legítima: el Estado no solo regula, sino que exporta la fuerza, construyendo un aparato que se alimenta de las imposiciones, los impuestos y la coacción hacia el ciudadano.
Mientras tanto, la población venezolana sigue lidiando con la escasez de bienes básicos, el colapso de servicios públicos y la restricción de espacios para la iniciativa privada. La movilización de recursos públicos —dinero, personas jóvenes— hacia una agenda militar prolongada revela claramente que el Estado prefiere invertir en control que en libertad. Este tipo de decisiones desvían la productividad de los ciudadanos hacia los fines del poder, reduciendo la autonomía individual y consolidando estructuras represivas.
El anuncio de una “guerra sin fin” bajo control estatal subraya un principio elemental para los defensores de la libertad: mientras el individuo está obligado a servir al aparato del Estado, el Estado deja de servir al individuo. En vez de plantear debates sobre paz, comercio, cooperación voluntaria o reducción del gasto militar, el gobierno opta por extender su jurisdicción, intervenir en alianzas internacionales y alimentar su legitimidad mediante la movilización coercitiva. Para quienes creen que el progreso real pasa por la libertad, el mercado y la responsabilidad individual, este modelo es exactamente el que hay que cuestionar y superar.








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