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La Dictadura LGTBI+: Indignación selectiva y la muerte de la soberanía nacional

  • Foto del escritor: Semanario Veritas
    Semanario Veritas
  • 28 jun
  • 4 Min. de lectura

Por Pablo Cristaldo


La dictadura LGBTI+ en todo su esplendor. La última víctima es Hungría, un país que decidió no sucumbir ante las imposiciones europeas, prohibiendo por decreto cualquier propaganda pro ideología de género en su país. Un ejemplo a seguir, opacado por el resentimiento de intereses políticos.

LGTBI+
Un aficionado alemán ingresa con la bandera del colectivo durante la entonación del himno húngaro, en el marco de la euro 2021. Foto: FIFA.

En la semana del Orgullo LGTBI+, recordamos algunos antecedentes de la persecución a los valores morales y a las sanas costumbres que ya datan de tiempo, no solo en Europa, sino en todo el mundo. Jack Phillips, un pastelero de Lakewood, Texas, se negó a hacer un pastel de bodas para David Mullins y Charlie Craig, una pareja gay, que quiso contratar sus servicios. Phillips rechazó el pedido, que a su juicio iba en contra de sus creencias religiosas, opuestas al matrimonio gay.


"Lo siento muchachos, no hago pasteles para bodas entre personas del mismo sexo", dijo, de acuerdo a lo que él mismo ha relatado.


Esto, obviamente le acarreó problemas judiciales ante el Estado de Texas; demanda iniciada por la pareja en contra de su pastelería, por considerarse "un comportamiento altamente discriminatorio" por parte de Phillips, quien ejerció su válido derecho a la negativa.


La disputa inició en el año 2012 y enfrentó creencias religiosas con los derechos de los homosexuales y tuvo su último capítulo recién en el año 2018, cuando la Corte Suprema de los EE.UU. respaldó a Phillips en un fallo saludado por el gobierno de Donald Trump, aunque la decisión está lejos de asegurar que otros comerciantes — sean pasteleros, floristas, fotógrafos o de otro ramo de actividad— puedan negarse a trabajar para parejas gay.


En el plano deportivo también tenemos tristes antecedentes; La jugadora de fútbol cristiana Jaelene Hinkle tuvo que retirarse del equipo de fútbol de los EE.UU. Después de que se anunció que la escuadra llevaría camisetas de «orgullo gay» de colores del arco iris en su próximo juego, muy a pesar de sus sobradas cualidades en el deporte. Ella citó "razones personales" por su negativa a jugar, según The Christian Post.


Jamie Vardy, delantero del Leicester City, convirtió un tanto para su equipo contra el Sheffield United, por la Premier League inglesa en diciembre del 2020. El gol se produjo a los 90', provocando un efusivo festejo en el cual el ariete rompe el banderín del córner. El dato es que este banderín contenía los colores identificatorios del colectivo gay, dando lugar a comentarios y recriminaciones hacia el jugador por el festejo. Días después, ante las represalias que sufriría el jugador por este hecho, pide disculpas obligatoriamente al grupo "Foxes Pride", escribiendo un mensaje por el banderín quebrado, y devolviéndolo en señal de "apoyo" con la inscripción "Sigan haciendo bien el trabajo"


La situación se ha vuelto realmente preocupante; la mezcla que, adrede, realizaron los medios políticos pro gay, entre deporte y política, aún cuando no hubo intención alguna por parte de los húngaros, nos hace pensar que ya ni siquiera el deporte está ajeno a los movimientos ideológicos. El gobierno de Hungría dictaminó que está totalmente prohibido cualquier tipo de adoctrinamiento sexual no convencional en las escuelas, y esto, en pleno ejercicio de sus derechos a la soberanía en cuanto a cuestiones legales. Esto despertó la indignación de toda la comunidad europea (incluída la UEFA, quien no debería inmiscuirse en cuestiones políticas, y mucho menos de carácter interno de una nación), quienes a su vez, no tardaron en pronunciarse.


El ayuntamiento de Múnich ya había pedido que el estadio se iluminase con los colores del arco iris para el último partido de grupo de la Eurocopa 2020 para protestar contra la ley húngara anti- LGBTI+.


Caso particular. Manuel Neuer jugó con un brazalete de capitán alusivo a las causas de género. La UEFA informó en su momento a la Federación Alemana que no habrá sanción para Alemania por lucir el brazalete arcoiris en apoyo y reconocimiento del colectivo LGTBI+, mientras que, al mismo tiempo, el jugador hondureño, Jerry Brengtson, quien formaba parte del equipo de fútbol costarricense Deportivo Saprissa, fue sancionado con una multa de 200 dólares por mostrar un mensaje cristiano en su camiseta durante el clásico nacional en Costa Rica.


Indignación selectiva. Cuando los países aprueban leyes a favor del movimiento LGBTI+ y otros no están de acuerdo, dicen que cada país es soberano de elegir sus leyes, pero cuando un país decide no aprobar la dictadura LGBTI+, alegan que es importante proseguir con la agenda global, y de esta manera hipócritamente atentan contra la soberanía del país disidente, utilizando organismos que, a prima facie, deberían mantenerse al margen de cualquier ideología. Si vamos a ser justos, todos, o nadie, deberían tener libertad de expresión. Si un cristiano no puede manifestar su fe en un campo de juego, tampoco lo deberían hacer los pro gay. Si un pro gay puede hacer lo que quiere y manifestar su aprobación a la inmoralidad de las formas que desee, así también un cristiano debe tener la libertad y el derecho de mostrar su desaprobación. Pero como sabemos, no existe libertad más allá de lo que los que rigen los hilos del mundo permitan, y para quienes no comulgamos con comportamientos que violentan, tanto nuestra integridad como nuestra libertad, no nos queda de otra que regresar sistemáticamente a un estado de persecución y silenciamiento ideológico y de credo. La "libre expresión" como tal no existe y no está en los planes.


Queda felicitar a países como Polonia y Hungría, quienes han ido más allá de la llana y vacía agenda globalista, y se han adentrado a preservar su sociedad, pues saben que el factor común de la declive de un país es su decadencia moral, y eso es algo que está lejos de ser aceptado por ellos.


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