El cambio se logra en las urnas, no en las calles
- Semanario Veritas
- 22 mar
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Como tratándose de la educación hacia los hijos, si nunca fueron educados en el tiempo correcto, cuando ya están grandes, puede ser demasiado tarde. Así es la política paraguaya: los votamos, los ponemos en el poder, y luego queremos cambiarlos desde las calles.

No aprendemos más. Nuestras dolencias y afecciones como sociedad son recurrentes gobierno tras otro, en un sinfín de oportunidades desperdiciadas. Más allá de las circunstancias que nos rodean, los valores que podrían ser cruciales para una buena administración son completamente ignoradas, los criterios para poner y disponer de un gobernante en nuestro país no guardan relación alguna con sus capacidades, sino más bien con la posibilidad de obtener algo a cambio (en el caso de los que pueden acceder de alguna forma al círculo de poder), y en la mayoría de los casos simplemente basta con hacer apología a algún color, o qué tan "churro" es el candidato.
Somos tan baratos, tan estúpidos, nos vendemos por ínfimas sumas de dinero, y tiramos por la borda la única opción que tenemos para el cambio. La sonrisa en los panfletos y las mentiras pueden más que la poca educación alcanzada en un país - a propósito - adolescente de formación cívica.
Luego, estas mismas personas son de las primeras en quejarse y llorar porque tal o cual intendente, concejal, o que el presidente es un corrupto, un ladrón. Salen y gastan de lo poco que ganan para hacerse de carteles y huevos, se hacen del tiempo que no tienen para reclamar en las calles, convocan para reclamar al gobierno de turno lo que respecta a sus obligaciones y pretenden que dichas obligaciones serán satisfechas sólo porque cien ollas son golpeadas y se cantan frases trilladas al son de ellas...
La culpa la tenés vos, porque te quedaste en tu casa el día de las elecciones, vendiste tu cédula o aceptaste un "aventón" de aquel amigo o vecino hurrero que recibió del concejal un "cien'i" para el combustible.
El culpable es aquel que se pone una remera roja o azul con el nombre del ladrón de su preferencia, gritando por el megáfono tonterías de que un hombre solo, con propuestas fallidas, puede cambiar el rumbo de un país que lo componemos todos.
Te doy una buena noticia: Los paraguayos conformamos al Paraguay, pero la mala noticia es la misma. El Paraguay lo conforma el paraguayo que orina en la calle, come chocolate al llegar al control de alcoholemia, el Paraguay lo conforma el policía que acepta coima, el Paraguay lo conforma el "peicha peicha", el que compra su registro de conducir sin examen, el que sueña con "trabajar" en algún ente público y ser una carga para el contribuyente, el que soborna y el que acepta, el que pasa por encima de la ley por dinero. Es obvio que los gobernantes siendo paraguayos están viciados con los mismos vicios que nos permitimos en nuestra indosincracia.
Cuando sientas ganas de quejarte, cuando quieras separar un tiempo para manifestarte, recordá que como sociedad, fuiste vos, en los comicios, quien permitiste que tus gobernantes te metan la mano en el bolsillo, jugaran con tu dignidad, y acabaran con tu paciencia.
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